Provincias y CABA

Milei necesita transferir votos: ahora sube a sus candidatos al escenario

Con el revés en el Congreso aún fresco y la foto de “Kirchnerismo Nunca Más” en La Matanza, Milei recalibró la campaña: sube a sus candidatos al escenario para transferirles voto propio y levantar la participación en PBA. La apuesta mezcla polarización dura y “formato equipo” en plazas clave como La Plata, en busca de orden interno y oxígeno electoral.

  • 15/08/2025 • 06:00

El Presidente recalibró su campaña bonaerense: tras la foto de “Kirchnerismo Nunca Más” en Villa Celina;  (leé: ¨“Kirchnerismo Nunca Más”, Milei instala el ring electoral en La Matanza¨);  y el revés en el Congreso, decidió darle micrófono y escenario a sus postulantes para intentar trasladar su voto personal y, sobre todo, activar una participación que luce fría en el conurbano. La secuencia no es casual: polarización dura para ordenar la tropa y, enseguida, actos con formato “equipo” en plazas clave como La Plata. 
 

El giro obedece a una urgencia política: Milei sabe que su marca tracciona más que sus listas provinciales y por eso bajó una orden simple—y urgente—de campaña: foco en Buenos Aires, candidatos en primer plano y mensaje binario sin grises. La puesta en La Matanza lo dejó claro: la foto con el lema “Kirchnerismo Nunca Más” copó la agenda, encendió críticas por el uso de un símbolo histórico de derechos humanos y, al mismo tiempo, consolidó la narrativa oficialista de “libertad vs. kirchnerismo” de cara a septiembre. (Podés leer: ¨Estela de Carlotto repudió la foto de Milei con “Nunca Más”¨).
 

La siguiente estación fue La Plata: un Atenas repleto como escenografía para mostrar músculo, bajar línea organizativa y ensayar el nuevo libreto con candidaturas en modo “protagonistas”, no meros teloneros. El objetivo declarado de la mesa chica es doble: transferir parte del voto de Milei a las boletas locales y, en paralelo, levantar la participación en distritos donde la apatía amenaza la base electoral libertaria. 
 

En el oficialismo admiten que, después de la seguidilla de derrotas legislativas y de la foto conjunta con el PRO en CABA, la campaña precisaba una señal de control y orden. Por eso la estética cambió: menos selfie individual y más “equipo completo”, con recorridas coordinadas y un mensaje unificado que busca tapar ruidos internos y mostrar gestión de daños tras el traspié parlamentario. En ese marco, el plan de darles voz a los candidatos funciona como un test: si la curva de participación no sube en el tercer cordón y en las cabeceras seccionales, el oficialismo quedará expuesto a perder territorio clave. 

 

La apuesta es audaz y también riesgosa. Milei redobla la polarización para fidelizar a los propios y, al mismo tiempo, delega el primer plano a postulantes que deben defender los vetos, el ajuste y la agenda más áspera del Ejecutivo frente a electorados que sufren la economía cotidiana. Si el “efecto arrastre” funciona, ordenará la boleta. Si no, quedará a la vista que el carisma presidencial no alcanza para suplir estructuras débiles en el territorio más grande del país.

 

 

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