Farándula política

Adorni streamer: del micrófono oficial al show para refutar periodistas

El vocero presidencial lanzó su propio programa en vivo para “desmentir” a los medios críticos. Un acting innecesario y autorreferencial que expone el aislamiento del Gobierno y su obsesión con el relato.

  • 11/07/2025 • 15:23

                                  
 

Manuel Adorni, el vocero presidencial que ya parecía una parodia de sí mismo en las conferencias diarias desde Casa Rosada, decidió redoblar la apuesta del show político y se lanzó como streamer. En un set montado dentro del propio Gobierno, estrenó su programa en vivo con un único objetivo: “refutar” lo que dicen los medios y los periodistas críticos del oficialismo.

Con un acting digno de un youtuber novato y armado de gráficos, placas y exageraciones, Adorni improvisó una puesta en escena donde mezcla sarcasmo, victimización y desinformación. Lejos de ofrecer datos precisos o aclarar políticas públicas, el vocero se dedicó a responder recortes de programas televisivos como si fuera un panelista indignado, mientras se escudaba en que “todo lo que se dice es mentira”.

La movida no solo sorprende por su contenido —vacío, autorreferencial y sin sustancia institucional—, sino también por lo que revela: un Gobierno cada vez más encapsulado en su propio relato, más preocupado por controlar la agenda mediática que por resolver los problemas del país. En lugar de ofrecer explicaciones sobre el veto jubilatorio, la recesión o el ajuste feroz que afecta a las provincias, el Ejecutivo prefiere montar un stream para indignarse con lo que se dice en la tele.

El nuevo rol de Adorni como “comunicador alternativo” no fue bien recibido ni siquiera por sectores del oficialismo. Algunos lo vieron como una puesta innecesaria, otros como una confesión de que el Gobierno no tiene respuestas institucionales ni políticas, solo recursos mediáticos para alimentar a la tribuna libertaria.

En tiempos donde la crisis social se profundiza, la inflación persiste y la conflictividad política escala, el vocero presidencial elige jugar a ser influencer en lugar de vocero. Y el resultado, más que aclarar, genera bochorno: un papelón que no construye nada y solo confirma lo que muchos ya sospechan… que Milei y su equipo están más cómodos en TikTok que en la realidad.

 

 

 

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