Nacional

Paritarias bajo presión: el “acuerdo de caballeros” que esconde el ajuste

Mientras el Gobierno congela la homologación de paritarias, algunas negociaciones logran luz verde gracias a pactos informales y presiones políticas. El “acuerdo de caballeros” que impone Economía es, en realidad, una forma de disciplinar a los gremios y maquillar el ajuste sin decretarlo.

  • 18/07/2025 • 10:29

                                    Luis Caputo y Javier Milei

En la Argentina de Milei, hasta las paritarias tienen que pasar por la lupa del ajuste. El Ministerio de Economía, comandado por Luis “Toto” Caputo, dejó en claro que el plan motosierra no se limita al gasto público: también alcanza a los salarios. Con una política de hecho, el Gobierno está frenando la homologación de acuerdos salariales alcanzados en libertad de negociación entre gremios y empleadores.

Pero, como todo en este gobierno, hay excepciones. Algunas paritarias empiezan a ser homologadas… siempre y cuando los gremios acepten un “acuerdo de caballeros”: nada de cláusulas gatillo, nada de aumentos indexados por inflación y, sobre todo, nada de comunicados que cuestionen la política oficial. Es decir, se convalida el aumento, pero se impone el silencio. Quien no se alinea, queda afuera.

Este mecanismo informal, lejos de ser inocente, esconde un disciplinamiento sindical sin precedentes desde la vuelta de la democracia. El gobierno niega un techo formal, pero ejerce una presión constante sobre las organizaciones para que los porcentajes de recomposición salarial no alteren la narrativa del superávit fiscal. El resultado: trabajadores que negocian a ciegas, sindicatos condicionados y salarios que siguen perdiendo poder adquisitivo.

Economía sabe que necesita calmar las aguas con el FMI, mostrar orden macroeconómico y contener expectativas. Pero lo hace a costa del salario real y de la autonomía de los gremios. El “acuerdo de caballeros” es, en realidad, un chantaje solapado: si querés que te homologuen, hablá bajito.

 

Armando Cavalieri, líder del Sindicato
Armando Cavalieri, líder del Sindicato de Comercio

 

Mientras tanto, las organizaciones sindicales más combativas ya advierten que el escenario es insostenible. La falta de homologación frena aumentos pactados, pone en jaque las escalas salariales y empuja a conflictos cada vez más duros. La CGT observa en silencio, pero en los sectores más dinámicos —como la salud, la educación y el transporte— crece el malestar y no se descarta un nuevo ciclo de medidas de fuerza.

El gobierno de Milei dice que respeta la libertad sindical, pero actúa como si quisiera volver a los ’90: con sindicatos debilitados, paritarias condicionadas y salarios de hambre. Y lo peor es que lo hace con aires de modernidad, hablando de eficiencia mientras pulveriza derechos conquistados.
 

 

 

 

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