La retórica de Milei contra la “casta” resuena fuerte, pero sus actos dicen otra cosa. Andrés Leone, su amigo de la secundaria, fue colocado como séptimo en la lista de diputados nacionales por la Ciudad —una posición con claras chances de ingresar al Congreso— en un gesto que desafía las promesas de renovar la política desde afuera del sistema  . Leone no emerge como referente externo ni figura de campaña: es parte del círculo íntimo del presidente. La decisión tiene efecto simbólico poderoso, no por lo que suma al proyecto político, sino por lo que desdibuja del discurso original de cambio y meritocracia. La jugada encaja en el manual tradicional del ajuste interno: se refuerzan juramentos de ruptura mientras se consolidan lealtades personales, y en esta ocasión, Milei dio la señal clara de que la palabra “meritocracia” tiene letra chica. La política de la ruptura se convierte, así, en la política del círculo cerrado.   Ponerse del lado de la transformación cuesta más que los discursos. La candidatura de Leone expone la contradicción entre el relato de outsider y la práctica política de siempre. La única revolución que se ensancha con lazos de amistad no es cambio: es continuidad disfrazada.         Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P