Javier Milei recibió este jueves una señal de alarma desde el norte del país. Tres gobernadores peronistas que hasta ahora venían manteniendo un vínculo relativamente aceitado con la Casa Rosada decidieron cruzar una línea clave: autorizaron a sus diputados a votar a favor del aumento para los jubilados y la prórroga de la moratoria previsional, dos iniciativas que el Gobierno considera “fiscales bombas” y prometió vetar. Los protagonistas del gesto fueron Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gustavo Sáenz (Salta) y Raúl Jalil (Catamarca). La decisión cayó como un baldazo de agua fría en Balcarce 50, donde la expectativa era lograr una abstención o, al menos, que se ausentaran en la votación. Pero los mandatarios provinciales no sólo no frenaron a sus legisladores: dieron luz verde para que acompañaran el proyecto opositor, lo que terminó por asegurar su aprobación en Diputados. La jugada tiene múltiples lecturas. En primer lugar, marca un límite claro al poder de Milei sobre los gobernadores “dialoguistas”, y muestra que, frente a temas sensibles como los haberes previsionales, el costo político de alinearse con el ajuste libertario es cada vez más alto. En segundo término, es también una señal hacia el interior del peronismo. Aunque los tres mandatarios forman parte del peronismo federal o “ligado al oficialismo”, la presión electoral y la necesidad de cuidar su base política los llevó a romper con el Gobierno en una votación clave. En el Ejecutivo reaccionaron con dureza. El vocero presidencial Manuel Adorni no tardó en calificar la aprobación como un acto de “irresponsabilidad fiscal” y ratificó que Milei vetará la ley si llega al Ejecutivo. Sin embargo, el daño ya está hecho: la rebelión de Jaldo, Sáenz y Jalil tensiona aún más los delicados equilibrios que el Gobierno busca mantener con las provincias. Mientras tanto, en el Congreso, los bloques dialoguistas celebraron la aprobación como un triunfo frente al ajuste sin anestesia. Pero saben que la amenaza del veto presidencial podría desactivar cualquier alivio inmediato para los jubilados, y preparan una nueva estrategia legislativa para sortear el bloqueo. Lo cierto es que la fractura quedó expuesta. Y el voto de los tres gobernadores del norte puede ser el primer indicio de un fenómeno que muchos en la política ya anticipan: la paciencia de los aliados provinciales de Milei no es infinita, y el desgaste de la relación ya empezó.