Javier Milei atraviesa su momento más delicado desde que asumió la presidencia. Con un Congreso que avanza en proyectos opositores y gobernadores que se alejan del oficialismo, el mandatario se ve obligado a recurrir al veto como herramienta para frenar iniciativas que, según él, comprometen el equilibrio fiscal. Esta semana, la Cámara de Diputados aprobó un aumento del 7,2% en las jubilaciones, un bono de $110.000 y la restitución de la moratoria previsional. Estas medidas, impulsadas por la oposición, representan un golpe al plan económico del Gobierno, que prioriza el ajuste fiscal como ancla de expectativas para los mercados. Desde la Casa Rosada, ya anticipan que Milei vetará estas leyes, aunque reconocen que el escenario político es cada vez más complejo.  El Presidente expresó su rechazo a las medidas aprobadas en Diputados a través de su cuenta en X (antes Twitter), donde escribió: "La primera ley de la economía es la escasez: no hay de todo para todos. A su vez, la primera ley de la política es: ignorar la primera ley de la economía. Por cínicos y/o ignorantes, todo lo que proponen son políticas que llevan a la pobreza".   La situación se agrava con la pérdida de apoyo de varios gobernadores que, hasta hace poco, colaboraban con el oficialismo. Mandatarios de provincias como Córdoba, Tucumán, Salta, Catamarca, San Juan y Santa Cruz han comenzado a distanciarse, dejando al Gobierno sin los votos necesarios para bloquear iniciativas opositoras en el Congreso.  Además, el bloque del PRO muestra fisuras, con una parte de sus diputados alineados con Mauricio Macri que no acompañaron al oficialismo en las últimas votaciones. Esta falta de cohesión complica aún más la estrategia del Gobierno, que busca resistir hasta el recambio legislativo de diciembre, cuando espera renovar fuerzas en ambas cámaras. En este contexto, Milei apuesta a que el clima electoral desvíe la atención de la opinión pública y que cualquier iniciativa opositora sea vetada. Sin embargo, la presión de los gobernadores por la caída de la coparticipación y la merma de la obra pública añade tensión a una relación ya deteriorada. El desafío del Presidente es mantener la disciplina fiscal sin el respaldo político necesario, en un escenario donde las alianzas se debilitan y la oposición gana terreno. Con la economía reaccionando negativamente y las reformas estructurales paralizadas, el Gobierno enfrenta una encrucijada que pone a prueba su capacidad de gestión y su estrategia política.