Tras semanas de tensión en Medio Oriente y un reciente cese al fuego entre Israel e Irán, los ministros de Relaciones Exteriores del G7 se reunieron para trazar una línea clara: Irán no puede obtener armamento nuclear. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, encabezó el encuentro en el marco de la Cumbre de la OTAN, junto a sus pares de Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón. La reunión coincidió con la confirmación de Estados Unidos sobre un nuevo intento de diálogo con Irán. El presidente Donald Trump aseguró que se reanudarán las conversaciones nucleares, aunque no garantizó avances: “Podemos firmar un acuerdo. No lo sé”, dijo, mientras admitió que ambos países están “agotados”. El conflicto alcanzó un nuevo punto de inflexión con el ataque estadounidense al complejo subterráneo de Fordow, una de las principales instalaciones nucleares de Irán. Mientras el vocero israelí Effie Defrin aseguró que el programa iraní sufrió un “golpe significativo”, en Teherán admitieron que las instalaciones fueron “gravemente dañadas”. El Parlamento iraní respondió con una medida simbólica y peligrosa: suspender su cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica. Desde Jerusalén, Benjamin Netanyahu advirtió que no tolerará la reconstrucción del programa nuclear iraní. “Actuaremos con la misma intensidad”, afirmó. El mensaje fue respaldado por los cancilleres del G7, que instaron a Irán a retomar el diálogo sin condiciones, pero también dejaron claro que no habrá tolerancia ante un eventual desarrollo nuclear.