Provincias y CABA

La privatización que prende alarmas y amenaza a todo el fútbol: Pareja va por San Lorenzo

Detrás de Sebastián Pareja está Karina Milei, –el armador bonaerense de La Libertad Avanza- habría activado contactos para “rescatar” a San Lorenzo con capitales privados y convertirlo en Sociedad Anónima Deportiva (SAD). El club ya respondió con un rotundo NO

  • 28/06/2025 • 11:58

San Lorenzo fue de los primeros en blindarse: la Asamblea de Representantes ratificó que ningún capital privado podrá tomar el control mientras haya cien socios dispuestos a sostener la vida social del club. El estatuto azulgrana lo prohíbe con letra gigante y la dirigencia volvió a firmarlo por unanimidad. .

La movida de Pareja llega en un momento económico desesperante –inhibiciones, pasivo millonario y escasez de ingresos–, pero sus críticos recuerdan que vender el club no es sinónimo de “salvación”. 

 

Pareja vaticinó un triunfo de Karina en Provincia - Diario Hoy En la noticia

El Jefe" de La Libertad Avanza, como llaman a Karina Milei, es quien ejerce un control estratégico sobre los armados provinciales. Pareja no solo responde a la hermana del presidente, sino que es considerado su hombre de confianza en territorio bonaerense, con aspiraciones claras hacia la presidencia de San Lorenzo en 2027 . Mientras el círculo íntimo de Karina impulsa tentaciones privatizadoras, el propio Javier Milei volvió a la carga a través del Mundial de Clubes, señalando al actual presidente de la AFA, Chiqui Tapia, como responsable del “fracaso del modelo” actual y reforzando la idea de que empujar hacia SAD forma parte de su agenda cambiante. Así, las señales se cruzan: lo que en Boedo intentan frenar con estatutos, desde el poder nacional se presiona para avanzar, y Karina Milei está en el centro del tablero.

La ofensiva reabre un debate que viene fracasando afuera y que podría golpear sobre todo a las instituciones más chicas.

El fracaso no es solo ibérico. Italia vio fundirse a Fiorentina y Parma; Inglaterra tuvo el caso emblemático del Portsmouth, que pasó de ganar la FA Cup a quebrar en menos de dos años pese a los magnates que lo compraban y vendían como un coche usado.

El modelo también naufragó cuando se probó en suelo argentino: la ley de SAD de los ‘90 fue derogada en 2002 tras el caos de Racing y el repudio masivo de los hinchas. Los clubes sociales demostraron ser más resilientes que las empresas: quiebran, se reorganizan y siguen vivos porque pertenecen a sus socios; las SAD, cuando fracasan, suelen liquidarse como cualquier SRL.

En 2024 el empresario estadounidense Foster Gillett aterrizó en Estudiantes con un plan de USD 150 millones. Un año después, el fiscal Guillermo Marijuán lo investiga por lavado en transferencias de jugadores, River lo denunció por estafa y las obras prometidas jamás arrancaron.

Algo similar sucedió en Uruguay, la luna de miel entre Foster Gillett y Rampla Juniors ha llegado a su fin. El magnate estadounidense, que arribó al club uruguayo con promesas de inversión y modernización, es ahora blanco de la furia de los hinchas, quienes lo acusan de incumplir compromisos y de ser responsable del peor campeonato en los 111 años de historia de la institución.

Además del riesgo de desaparición, los críticos alertan sobre otro efecto: el desguace silencioso de las actividades amateurs. En Europa, tras la entrada de capitales, primero se recortan becas, luego se venden predios y finalmente se externalizan divisiones juveniles. ¿Qué pasaría con los cientos de pibes que entrenan gratis en los clubes de barrio si las filiales dejan de ser “rentables”?

Por eso la alarma no es solo cuerva: si el Ciclón –quinto grande por convocatoria– cede a la privatización, el mensaje a los clubes medianos y chicos será claro: “nadie está a salvo”. Y ahí el golpe puede ser letal, porque las economías chicas no resisten ni un error de cálculo financiero.

El debate de las SAD vuelve disfrazado de salvataje, pero la experiencia demuestra que la chequera no garantiza títulos ni solvencia. Garantiza, eso sí, que cuando el Excel no cierre, el club pasará a otro casillero del portfolio. Y el hincha quedará mirando desde la tribuna cómo le rematan la camiseta.

En Boedo, por ahora, la puerta sigue cerrada: “El club es de los socios”. La pregunta es cuánto durará esa resistencia si el gobierno nacional insiste en abrir la ventanilla para los fondos de inversión.