Macroeconomía

Caputo, el Vaticano y la deuda: el modelo extractivista argentino, en el centro de la polémica global

Mientras Milei refuerza su agenda económica ante el FMI, su ministro de Economía lleva la discusión al plano internacional: deuda, recursos naturales y geopolítica, en un combo que tensiona incluso con el nuevo Vaticano de León XIV.

  • 07/07/2025 • 08:27

 

Luis “Toto” Caputo no solo enfrenta la presión interna por sostener el plan de ajuste fiscal y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. En las últimas semanas, el ministro de Economía argentino se involucró de lleno en una serie de debates globales que colocaron al país en el centro de una disputa mayor: la tensión entre deuda, extractivismo y desarrollo.

 

                   Robert Prevost, ahora León XIV.
 

Durante un foro internacional organizado por fundaciones vinculadas al nuevo Vaticano —ya bajo el pontificado de *León XIV*, tras la muerte de Francisco—, Caputo dejó en claro que el gobierno argentino seguirá apostando por la explotación de recursos naturales como pilar de su modelo de crecimiento. El mensaje, aunque sin menciones directas, fue interpretado como una respuesta a los sectores eclesiásticos que, incluso con el cambio de Papa, mantienen una mirada crítica sobre el impacto ambiental y social del extractivismo desregulado.

Según Caputo, la clave del desarrollo argentino pasa por avanzar en acuerdos de inversión amparados por el nuevo Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), una herramienta que considera “vital” para atraer capitales a sectores estratégicos como el litio, el petróleo y el gas. En ese marco, defendió los acuerdos de deuda como un “instrumento válido” si permiten financiamiento a largo plazo para la infraestructura extractiva.

“El problema no es la deuda en sí, sino para qué se toma”, dijo, en una frase que dejó entrever el nuevo relato económico del Gobierno: endeudarse para crecer, aunque el precio sea profundizar un modelo basado en la extracción intensiva de bienes comunes.

Sin embargo, el enfoque choca con los cuestionamientos de referentes globales —muchos vinculados a ONGs, académicos y actores eclesiásticos— que advierten sobre los riesgos de convertir a países como Argentina en “zonas de sacrificio ambiental”. El informe de uno de los paneles del foro, que abordó las consecuencias del modelo extractivista en el Sur Global, mencionó a Vaca Muerta y a la Puna como ejemplos de “territorios hipotecados al servicio de la deuda externa”.

A contramano de esas críticas, Caputo volvió a insistir en que la Argentina necesita reglas de juego claras para garantizar seguridad jurídica a los inversores. “No hay futuro posible sin inversión privada. Y la inversión no llega donde hay incertidumbre o discurso antimercado”, lanzó. El mensaje, aunque diplomático, fue percibido como una respuesta directa al ala progresista del Vaticano y a los movimientos que cuestionan el nuevo RIGI por sus privilegios fiscales y falta de controles.

En paralelo, desde la Casa Rosada aseguran que el ministro mantiene diálogo fluido con autoridades de organismos internacionales, entre ellos el Banco Mundial y el FMI, para avanzar en la “modernización del Estado” y la “apertura total de la economía”. La línea, explican, es clara: blindar el rumbo económico en medio de una coyuntura política interna cada vez más volátil.

En el plano geopolítico, la Argentina se juega mucho. Las potencias que disputan el litio —como China y Estados Unidos— miran de cerca los movimientos del Gobierno y del Congreso respecto al RIGI. Y el Vaticano, ahora bajo León XIV, sigue con atención el impacto ético y social de estas decisiones. La tensión entre las necesidades fiscales y el mandato ético por una economía más justa está servida. Y Caputo, una vez más, eligió su lado.

 

 

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