Nacional

Valenzuela agita la grieta y blinda a Milei tras los reveses

El intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, salió a cruzar al kirchnerismo y lo acusó de “no tener ideas” y de “quemar los últimos cartuchos” para bloquear el programa económico oficial. El mensaje llega en plena tensión legislativa y social, con el Gobierno golpeado en el Congreso y bajo presión por los vetos y el ajuste.

  • 14/08/2025 • 13:15

Valenzuela se paró del lado de la Casa Rosada y optó por la simplificación: si hay trabas, es culpa del otro. Pero el cuadro es más áspero. El oficialismo encadenó derrotas en Diputados, naufragó en su intento de blindar decretos clave y enfrenta un desgaste real en la calle (universidades, Garrahan, jubilados). En ese contexto, el dardo del PRO bonaerense busca correr el eje: de la economía que no arranca a la “oposición obstructiva”.
 

Cuando habla de “programa económico”, Valenzuela respalda una hoja de ruta que incluyó vetos a jubilaciones y a la emergencia en discapacidad, endurecimiento fiscal y una recesión que todavía muerde el bolsillo. Poner el foco en el kirchnerismo como tapón perfecto opera como paraguas discursivo ante una agenda que acumula costos políticos.
 

La jugada también es interna: con el PRO acordando con LLA en CABA y conviviendo con fugas y tensiones, el intendente refuerza su perfil ante el electorado duro. Es la vieja fórmula: polarizar para ordenar. El problema es que, puertas adentro, la ingeniería libertaria mostró fisuras y, puertas afuera, los números sociales no convalidan triunfalismos.
 

Desde el peronismo contestan que no hay bloqueo sino freno a un ajuste que “castiga a jubilados, trabajadores y pibes”, y recuerdan que el Congreso —no las redes— marcó límites a decretos y reformas por su impacto fiscal y social. Traducido: lo que Valenzuela llama “cartuchos” la oposición lo presenta como control republicano.
 

En la Provincia, donde se define buena parte de la elección, el discurso de “ellos impiden el cambio” intenta reactivar la épica oficialista. Pero si la economía no afloja y las alianzas siguen a los tumbos, culpar al kirchnerismo puede ordenar el relato, no necesariamente el voto. Aquí se juega la verdadera pulseada: resultados vs. relatos. Y hoy, el Gobierno necesita más de los primeros que de los segundos.
 

 

 

 

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