En medio de la tormenta política por los audios y allanamientos que desnudaron una supuesta red de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad, la vicepresidenta Victoria Villarruel optó por cambiar de escenario: viajó a Río Mayo, Chubut, su tierra natal, para participar del acto por los 90 años de la localidad. Ahí se reunió con el gobernador Ignacio "Nacho" Torres, en un gesto de unidad federal, lejos del centro del huracán oficial.    El contraste no pasó desapercibido. La foto de ambos es una señal política clara: mientras las coimas golpean con fuerza el discurso libertario, Villarruel emerge como la voz del "federalismo", blindándose desde el interior, con convocatoria local y aliada provincial. Torres destacó el salto desde la política metropolitana hacia una construcción “racional y republicana”, lejos del escándalo porteño.   En cambio, en Olivos y en el Congreso, el oficialismo titubea: Milei guarda silencio sobre el escándalo, mientras el Congreso rechaza leyes clave impulsadas por el Ejecutivo, y Spagnuolo ya fue separado del cargo e investigado. El símbolo de Villarruel en Chubut es más que un gesto: es una narrativa alternativa al caos que sacude al Gobierno.    No fue un paseo ni un acto de nostalgia: fue un mensaje político. Villarruel exhibe lo que le falta al oficialismo en la crisis: proyección territorial, presencia política y capacidad de contragolpe. Mientras el Gobierno suma derrotas legislativas y enfrentamientos internos, ella la apuesta a la agenda federal, más lejos de la cáscara potenciada por el escándalo.   La grieta que lucha por contener, incluso las propias palabras, no la alcanza. Para ella, río chico, política grande.       Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P