Macroeconomía

Vuelve el fantasma del 2017: crecen los créditos en dólares y suenan las alarmas en la City

El sistema financiero vive una dinámica que inquieta a economistas y banqueros: los créditos en dólares crecen más rápido que los depósitos en esa moneda. La situación remite al explosivo desbalance de 2017, previo al estallido cambiario de la era Macri.

  • 31/05/2025 • 11:05

El sistema bancario argentino empieza a mostrar señales preocupantes que evocan escenarios del pasado reciente. Según datos del Banco Central, los créditos en dólares a empresas están creciendo a un ritmo superior al de los depósitos en esa moneda. Esta dinámica trae recuerdos del 2017, cuando el descalce en moneda extranjera fue una de las claves de la posterior crisis financiera que estalló en 2018.

En abril, los préstamos en dólares crecieron un 12% interanual, mientras que los depósitos en esa misma moneda aumentaron solo un 3%. Si bien los montos son aún moderados en comparación con los niveles pre-2018, la tendencia preocupa a los analistas: los bancos estarían volviendo a asumir riesgos en moneda extranjera que el sistema ya sufrió duramente hace apenas siete años.

El crédito en dólares se concentra principalmente en grandes empresas exportadoras, que por normativa del BCRA pueden endeudarse en divisa extranjera. El problema es que muchas de esas firmas también atraviesan un contexto de incertidumbre: la recesión local, la caída de la demanda global y las trabas a las importaciones afectan incluso a sectores tradicionalmente dolarizados como el agro, la energía o la industria química.

Desde el Gobierno, la postura oficial es de tranquilidad. Voceros del Banco Central aseguran que la exposición sigue siendo “acotada” y que las regulaciones actuales impiden que se repita el mismo descalabro que en el final del macrismo. Sin embargo, algunas voces del mercado no son tan optimistas.

“Los bancos están volviendo a buscar rentabilidad en operaciones más riesgosas porque la actividad en pesos está frenada y las tasas reales siguen siendo negativas. Pero si se desata una corrida o hay una caída abrupta en los depósitos en dólares, el sistema puede sufrir un golpe inesperado”, advierte un reconocido economista porteño.

Otro factor de presión es la actual política cambiaria. Si bien Milei sostiene el crawling peg y promete una “dolarización de mercado” en el mediano plazo, la brecha entre el tipo de cambio oficial y los paralelos sigue alta, y no se descartan sobresaltos si el flujo de dólares financieros se resiente o si el acuerdo con el FMI no se termina de cerrar.

Además, la escasa confianza en la moneda nacional y la falta de crédito productivo en pesos empujan a muchas empresas a financiarse en dólares, incluso si no tienen ingresos en esa moneda. El resultado es un cóctel conocido: mayor exposición al riesgo devaluatorio, y más vulnerabilidad ante shocks externos o internos.

Para los que recuerdan el 2017, los paralelismos son inquietantes. Aquel año, los bancos también prestaban más dólares de los que recibían en depósitos. El dólar parecía estable, y el Gobierno festejaba el acceso a los mercados. Pero todo cambió con la primera corrida y la abrupta salida de capitales.

Hoy, la película no es igual, pero los actores y las tensiones son parecidas. Mientras tanto, el sistema financiero parece caminar —otra vez— sobre la delgada línea entre la rentabilidad y el riesgo sistémico. Y el fantasma del pasado vuelve a rondar los pasillos de la City.