La protesta sanitaria escala a niveles explosivos. A días del conflicto con los residentes del Garrahan, ahora el Hospital Posadas entra en estado de ebullición. Los médicos del centro de salud más grande del oeste bonaerense anunciaron que preparan un paro en rechazo al ajuste que impulsa el interventor Gabriel Lugones, hombre de máxima confianza del Gobierno. La gota que rebalsó el vaso fue la decisión de congelar los sueldos mientras se recortan guardias y se restringen las compras de insumos básicos. En un documento que circula entre los trabajadores, se habla de “una política deliberada de vaciamiento” y se acusa a la conducción del hospital de operar “como ejecutores silenciosos del recorte libertario”. El clima interno es de máxima tensión. Se espera que la medida de fuerza se formalice en las próximas horas y, según pudo saber El Pulso Político, no se descarta una acción coordinada con otros hospitales nacionales. La bronca acumulada tras meses de pérdida salarial y sobrecarga laboral empieza a unificarse en un frente común contra el ajuste sanitario.   Desde ATE Salud y otros gremios anticipan movilizaciones si el Ejecutivo no abre una mesa de diálogo real. “Lugones no escucha, ni siquiera convoca. El hospital se cae a pedazos”, denunció una delegada médica. El conflicto amenaza con volver a poner al sistema público en el centro de la escena, justo cuando el Gobierno intenta cerrar filas con su “plan motosierra” y rechaza aumentos salariales en nombre del equilibrio fiscal. En la Casa Rosada, por ahora, hay silencio. Pero el frente sanitario se sigue agrandando. Y la salud pública, una vez más, queda atrapada entre la tijera del ajuste y la resistencia del bisturí.