Cristina Kirchner decidió romper el hielo. Tras meses de distanciamiento y con su candidatura ya lanzada, la ex presidenta convocó a Axel Kicillof a una reunión clave para definir la estrategia en la provincia de Buenos Aires, el territorio que define la suerte del peronismo a nivel nacional. El cónclave, previsto para los próximos días, busca ordenar el mapa electoral en el conurbano y evitar una interna destructiva en la Tercera Sección, donde ya se anotaron varios aspirantes, incluido el rebelde intendente Fernando “El Gordo Dan” Gray. Pero la convocatoria también tiene una carga simbólica: es el primer gesto concreto de acercamiento entre Cristina y Kicillof luego de más de cinco meses sin contacto directo.   En el entorno de la ex presidenta aseguran que “hay que cerrar filas” y que la dispersión le abre el juego a Javier Milei, que quiere meter la cola en territorio peronista con candidatos propios y el guiño del PRO residual. El gobernador, por su parte, llega con el respaldo de sus intendentes y con la idea de preservar su estructura territorial sin ceder terreno a las decisiones unilaterales del Instituto Patria. La reunión será mucho más que un gesto de unidad: se jugarán los nombres, las listas y el tono de la campaña. Kicillof empuja un armado con fuerte impronta local, mientras que Cristina busca blindar su candidatura con un “operativo clamor” desde los municipios. Las tensiones no desaparecieron, pero el peronismo sabe que dividido no tiene chances. Mientras tanto, Milei sigue avanzando con su armado libertario y se frota las manos con cada grieta que asoma en el PJ. En La Plata y en el conurbano, todos entienden que esta elección no es una más: es el todo o nada para el poder peronista en su bastión histórico.