El ajuste llegó a la mesa de todos. Una encuesta nacional reveló que más del 50% de los hogares argentinos debió restringir gastos básicos en los últimos meses para poder cubrir sus necesidades mínimas. Los datos, que golpean de lleno al corazón del relato oficial, muestran una economía familiar en modo emergencia. Según el relevamiento, el 52% de los encuestados admitió haber recortado en alimentos, transporte o salud, mientras que un 28% sostuvo que directamente ya no puede ahorrar ni un peso. Apenas un 15% aseguró mantener su nivel de consumo. El resto optó por endeudarse para cubrir gastos corrientes. La encuesta también expone un dato que alarma al oficialismo: crece el descontento social con el modelo libertario. Si bien todavía conserva apoyo en algunos sectores, el respaldo a Javier Milei comienza a erosionarse en el conurbano bonaerense, las provincias del norte y los jubilados, tres sectores que ven con preocupación la falta de recuperación económica real. "Los datos muestran que el bolsillo ya no aguanta más. Hay familias que dejaron de comprar carne, que usan menos el auto o que ya no pueden pagar remedios", explican desde la consultora encargada del estudio. A eso se suma un fenómeno silencioso pero profundo: la creciente informalidad, con más trabajadores precarizados o que sobreviven gracias a changas. En paralelo, el relato oficial choca con la realidad cotidiana. Mientras desde el Gobierno se insiste en que la inflación está bajando, la gente no lo siente en las góndolas. “Los precios están más caros que nunca. ¿Dónde está la baja?”, se preguntan en redes, donde el humor se mezcla con la bronca. El panorama social se agrava con un dato adicional: un 64% de los encuestados no cree que su situación mejore en lo que queda del año. La expectativa está por el piso, y eso complica los planes del Gobierno, que necesita mostrar resultados para sostener su legitimidad más allá del respaldo inicial. Así, la famosa “motosierra” empieza a generar cortocircuitos. Y aunque Milei sigue confiando en su plan de shock, la calle empieza a hablar otro idioma.