La marcha que el kirchnerismo prepara para este miércoles en Plaza de Mayo se convirtió en una pesadilla inesperada para Javier Milei. En la Casa Rosada admiten que la movilización podría ser masiva y marcar el regreso del peronismo a la calle con una potencia inédita desde la derrota de 2023. “Puede ser el 17 de octubre de Cristina”, exageró un funcionario libertario en reserva. El dato que más inquieta al oficialismo es la confluencia de todos los sectores peronistas: La Cámpora, intendentes bonaerenses, sindicatos, piqueteros e incluso organizaciones sociales alineadas con Juan Grabois y el Evita. La posible presencia de Sergio Massa —en modo componedor— suma dramatismo al escenario. “Están todos. Hasta los que hace dos meses no se hablaban”, admitió un operador del PRO. Es el primer efecto real de la condena firme a Cristina Kirchner, que el peronismo tradujo rápido en una bandera de resistencia. La consigna que unifica es clara: "Cristina libre". Pero el subtexto es otro: reconstruir poder electoral de cara a las legislativas del 7 de septiembre. Milei vuelve a un clima enrarecido El Presidente regresa esta semana de su gira europea con un sabor amargo: la Ley Bases sigue empantanada en el Senado, el PRO se fracturó en Diputados y los gobernadores dialoguistas mandan señales de fatiga. Encima, Wall Street desconfía: el riesgo país volvió a saltar a 2.200 puntos y la Bolsa porteña cayó 4% en la última rueda. En este contexto, una Plaza de Mayo repleta sería una imagen demoledora para un gobierno que presume haber derrotado al “Estado parasitario” y a la “casta”. El operativo de seguridad será extremo: Patricia Bullrich ordenó vallar la Rosada y reforzar la custodia de edificios públicos. "No vamos a tolerar otro 2008", avisó la ministra.                                     El dilema libertario: ¿provocar o ignorar? En el círculo de Milei hay dos posturas. Una línea dura, que pide minimizar la marcha y ningunear la protesta como expresión de "zurdos llorones" sin peso real. Pero otro sector teme que la imagen de una multitud rodeando Plaza de Mayo —con Cristina como símbolo— sea un punto de inflexión para el relato oficial. "Si meten 200 mil personas es otro país", graficó un analista libertario. La disyuntiva es evidente: la represión puede victimizar al kirchnerismo, pero la pasividad puede ser leída como debilidad. En la Rosada dudan. Por eso, Santiago Caputo y su colaborador, el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, mantienen por estas horas intensos diálogos con sectores del poder judicial, para conseguir que los jueces que tienen a cargo la ejecución de la condena contra Cristina le otorguen directamente este martes el beneficio de la prisión domiciliaria, para que no sea necesario que el miércoles se acerque a Comodoro Py. La idea, obvio, es quitarle un argumento a la movilización. Pero en el kirchnerismo desconfían.                                           Cristina, más vigente que nunca La ex presidenta volvió al centro de la escena con fuerza inesperada. Su condena, lejos de debilitarla, le devolvió centralidad. No hablará este miércoles, pero su sombra estará en cada bandera. El plan de su tropa es simple: mantener la calle activa hasta septiembre, forzar una negociación judicial con la Corte y preparar el terreno para un eventual regreso en 2027. Los libertarios, mientras tanto, miran con alarma cómo el peronismo recobra músculo cuando creían haberlo desactivado. “No estaban tan muertos”, reconoció un diputado de LLA. ¿Principio de un nuevo ciclo? Los mercados, atentos. Los gobernadores, inquietos. El Congreso, en rebelión. Y la calle, caliente. Todo eso ocurre mientras Milei sostiene su ajuste fiscal a rajatabla. Pero la política —como la economía— tiene sus propios límites. En la Rosada saben que esta marcha puede ser algo más que una postal. Puede ser el síntoma de que el ciclo de “la motosierra” empieza a agotarse antes de tiempo.