La tensión en Medio Oriente sumó un capítulo decisivo. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, anunció en la noche del sábado que la planta nuclear subterránea de Fordow, uno de los principales centros de enriquecimiento de uranio de Irán, fue destruida tras un bombardeo coordinado por Israel con apoyo logístico norteamericano. “La central ya no existe. Ha sido eliminada”, afirmó el mandatario en un mensaje televisado que recorrió el mundo.                                 La central de Fordow es una de las instalaciones más secretas y blindadas del régimen de Teherán. Ubicada a más de 80 metros bajo tierra, cerca de la ciudad de Qom, es clave para el desarrollo del programa nuclear iraní. Su destrucción representa un golpe sin precedentes a la capacidad estratégica del gobierno de los ayatollahs. Según confirmaron fuentes militares, la operación consistió en el lanzamiento de misiles de penetración profunda —conocidos como “bunker busters”— que lograron perforar la montaña y alcanzar las cámaras subterráneas de la planta. En paralelo, se reportaron fuertes explosiones en otros puntos sensibles del oeste iraní, incluida la base aérea de Isfahán y depósitos de misiles balísticos. En su mensaje, Trump endureció su discurso: “Le enviamos una señal clara al régimen iraní y al mundo: no toleraremos un Irán nuclear. Si quieren paz, deben abandonar de inmediato su programa atómico”. Además, acusó a Teherán de haber orquestado recientes ataques con misiles contra Israel, lo que precipitó la respuesta militar. Mientras tanto, en Ginebra, las negociaciones diplomáticas entre Irán y la Unión Europea quedaron suspendidas. La delegación iraní abandonó la mesa tras el anuncio de Trump, calificando el ataque como “acto de guerra” y advirtiendo sobre represalias “sin precedentes”. El gobierno israelí, por su parte, celebró la destrucción de Fordow como un logro decisivo para su seguridad nacional. Las Fuerzas de Defensa (FDI) señalaron que la planta era utilizada para enriquecer uranio por encima de los límites permitidos por el acuerdo nuclear de 2015, del cual Teherán se desvinculó tras la retirada de Estados Unidos en la era Trump. En Washington, el Pentágono reforzó la alerta máxima en sus bases del Golfo Pérsico y el Mediterráneo Oriental, ante la posibilidad de represalias directas de Irán o de sus aliados en Líbano, Siria e Irak. La comunidad internacional reaccionó con alarma. Rusia y China condenaron el ataque y pidieron “contención inmediata” para evitar una guerra abierta. En tanto, los mercados petroleros reaccionaron con una suba inmediata de los precios del crudo, en medio del temor a una interrupción del suministro desde el Golfo. El conflicto entre Irán e Israel ya lleva más de una semana de ataques cruzados. Pero con la destrucción de Fordow, la crisis ingresa en una fase mucho más peligrosa. Y la sombra de un conflicto mayor vuelve a posarse sobre Medio Oriente.