El oficialismo libertario y el PRO ensayan una tregua política forzada mientras las tensiones en territorio bonaerense crecen día a día. En la Casa Rosada aseguran que el acuerdo con el partido de Mauricio Macri es posible, pero advierten que los intendentes amarillos del conurbano son el eslabón débil de la negociación. “Con Mauricio, con Ritondo, las cosas están claras. Pero en el conurbano hay ruido, muchos intendentes no quieren quedar pegados al ajuste de Milei”, reconocen cerca de Karina Milei, que monitorea con lupa cada movimiento de los jefes comunales de Juntos. Las dudas se enfocan sobre figuras como Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Julio Garro (La Plata) y Soledad Martínez (Vicente López), que evitan respaldar públicamente la motosierra libertaria para no enfrentar el desgaste social que ya sienten en sus distritos. En el Gobierno creen que el acuerdo nacional avanzará, pero admiten que la resistencia local puede demorar la letra fina, sobre todo en el reparto de obras y fondos coparticipables. “El problema es que muchos intendentes no quieren asumir el costo político de desfinanciar sus municipios”, dicen en el ministerio de Economía, donde Caputo ya dejó en claro que no habrá salvavidas para nadie.      Mientras tanto, Macri juega a dos puntas: por un lado busca garantizar la unidad del PRO con Milei, pero también envía gestos de contención a los jefes territoriales que piden "más margen" para surfear la crisis económica. En el PRO admiten el dilema: “Si te alineás 100% con Milei, te incendiás en el conurbano; si te plantás, te cortan los fondos de Nación. Difícil equilibrio”, graficó un armador amarillo. En Balcarce 50 son optimistas. “Al final van a firmar todos. No les queda otra”, arriesgó un alto funcionario libertario. Pero en el conurbano la novela sigue abierta.   Intendentes en la mira: quiénes son los jefes comunales del PRO que incomodan a Milei En la Casa Rosada siguen de cerca a un puñado de intendentes que, aunque responden al PRO, marcan distancia del ajuste libertario por temor al costo social en sus distritos. Entre ellos sobresale Diego Valenzuela (Tres de Febrero), que mantiene un perfil moderado y evita respaldar los recortes a las transferencias provinciales. En La Plata, Julio Garro intenta surfear la interna PRO sin romper con Nación, pero reclama fondos para obras clave en la capital bonaerense. En el norte del conurbano, Soledad Martínez (Vicente López) —la heredera de Jorge Macri— también transita con cautela: necesita mantener la sintonía con su primo en CABA pero no quiere pagar el costo de una caída en la obra pública local. El Ejecutivo sospecha que detrás de estas posturas está la mano de Cristian Ritondo, que juega su propio juego con Macri y explora ser candidato a gobernador en 2027. “Quiere llegar entero a la próxima elección, por eso cuida a su tropa”, deslizan en Balcarce 50. Además, advierten que esta tensión con los intendentes puede complicar la votación final de la Ley Bases, donde cada voto cuenta. "Si no hay obras ni ATN para los municipios, algunos diputados van a empezar a pedir cambios", reconocen en el Congreso. El equilibrio es frágil y en el conurbano todos miden el termómetro social: la recesión, la caída del consumo y la suba de la pobreza alimentan la desconfianza de los alcaldes, que saben que el 2025 electoral está a la vuelta de la esquina.