Mauricio Macri puso en duda su continuidad política. En encuentros reservados, el expresidente deslizó que evalúa dar un paso al costado tanto en el armado electoral como en la conducción del PRO, lo que generó desconcierto en las filas amarillas. Su fatiga por el desgaste interno, la falta de cohesión partidaria y el giro de algunos dirigentes hacia acuerdos con Javier Milei habrían alimentado la decisión. En paralelo, el expresidente observa con distancia cómo figuras como Cristian Ritondo, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta compiten por reconfigurar el espacio sin lograr imponer un rumbo común.     Macri no oficializó nada, pero el solo hecho de haberlo dicho en voz alta activó todas las alarmas. Un retiro implicaría dejar huérfana a una parte del PRO que aún lo considera el garante de identidad partidaria y, a la vez, acelerar el reordenamiento opositor sin brújula clara. Mientras algunos referentes le ruegan que siga, otros ya hacen cuentas para una nueva etapa sin él. Y el PRO, en su laberinto, suma otra crisis de liderazgo.