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¿Quién es Juliana Santillán? De Moyano al mileísmo; la diputada que quiere vender el fútbol argentino

Pasó de militar con los gremios a encabezar el operativo privatizador del fútbol argentino. Juliana Santillán, diputada de La Libertad Avanza, impulsa las SAD con un combo explosivo: audios comprometedores, lobbies judiciales, guiños del Gobierno y un romance con Guillermo Tofoni, histórico operador de los negocios turbios en la era Grondona. La AFA y el ascenso se le plantaron. En el medio, generó repudio al burlarse de los médicos residentes del Garraham. La guerra está declarada.

  • 30/06/2025 • 08:08

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Juliana Santillán no llegó al Congreso con un proyecto de ley bajo el brazo: llegó con un plan. Un plan ambicioso, aceitado y respaldado desde las más altas esferas del Gobierno para cambiar de raíz el fútbol argentino. Diputada libertaria, exmilitante gremial, ex del clan Moyano y actual pareja de Guillermo Tofoni —uno de los empresarios más cuestionados de la era Grondona— según  ¨Ahora Play¨, Santillán se transformó en la punta de lanza del desembarco de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el país. Pero la jugada, diseñada en los pasillos del poder, estalló antes de tiempo.                       

 

En los audios filtrados que recorrieron el Congreso como pólvora, Santillán admite que todo está "arreglado" para convertir a Bancruz —un club del sur, pequeño, con afiliación indirecta a la AFA— en el experimento judicial perfecto para abrir la puerta a las SAD. Nombra sin pudores al ministro de Justicia, Cúneo Libarona, y a Roque Vitolo, titular de la IGJ. Y suelta la frase más reveladora: “El Presidente necesita que esto salga”. Ni maquillaje, ni estrategia: sincericidio puro.

 

                         La diputada Santillán y el empresario Tofoni defendieron la puesta en marcha de las sociedades anónimas deportivas

Pero no todo es ideología libertaria. También hay intereses. Detrás del operativo hay nombres. Y uno pesa más que todos: Guillermo Tofoni. El empresario que durante años manejó con total discrecionalidad los amistosos de la Selección Argentina, protegido de Julio Grondona, hoy busca volver al negocio con las SAD como trampolín. ¿Y quién mejor que su pareja diputada para abrirle el camino? Nada de lobby oculto: acá todo es en tándem.

La reacción no se hizo esperar. Desde la AFA, Pablo Toviggino fue directo al hueso: “Los clubes siguen siendo de los socios”. Y advirtió que, si el Congreso impone por decreto un modelo contrario al espíritu de FIFA, puede haber sanciones graves. En criollo: no es solo una pelea legal, es una guerra por quién manda en el fútbol argentino.

En paralelo, la maquinaria mediática oficialista intentó embarrar la cancha: reflotaron una vieja denuncia contra Toviggino por lavado de dinero. El problema es que la causa ya fue cerrada en 2024 por la Justicia. El fallo fue lapidario: ni una sola prueba, ni una mínima sospecha. Solo un intento burdo de “derecho penal de autor”, según los jueces, por el simple hecho de ser dirigente de AFA. Una operación sin sustento.Mientras tanto, Santillán avanza con su cruzada. Lease nota relacionada : ¨Toviggino, el escudo de la AFA: la resistencia a las SAD y la maniobra judicial que buscó correrlo del camino¨

 

El sinuoso pasado político de Juliana Santillán, la libertaria que se hizo lugar a los tumbos - LA NACION
Juliana Santillán con Facundo Moyano, en 2018

Ya nadie se acuerda de su pasado con Moyano y sus defensas encendidas al sindicalismo. Hoy viste el traje de “modernizadora” del fútbol, rodeada de inversores británicos, promesas de capital extranjero y discursos de “eficiencia” empresarial. Lo curioso es que hasta barras, clubes del ascenso y ligas del interior, enemigos naturales en otros contextos, se unieron en un grito común: el fútbol no se vende.

El “caso Bancruz” iba a ser una jugada silenciosa. Una infiltración quirúrgica en un club chico, sin prensa, con una resolución judicial armada para hacer historia. Pero los audios se filtraron, las alianzas se vieron, y las verdaderas intenciones quedaron al desnudo: convertir al fútbol argentino en una cadena de franquicias manejadas desde escritorios que no conocen ni el barro ni los tablones.

Hoy la pregunta no es si las SAD pueden llegar. La pregunta es quién está detrás del negocio, qué se esconde bajo la bandera de la “libertad” y qué precio se está dispuesto a pagar por entregar el corazón cultural del país.

El perfil de Santillán como legisladora disruptiva no se limita al fútbol. Días atrás, en plena discusión por los reclamos salariales del personal del Hospital Garrahan, provocó indignación al lanzar, sin filtro ni empatía: “¿No pueden vivir con 360 mil pesos?”. La frase, dicha con tono burlón en una sesión caliente, generó repudio generalizado y pintó de cuerpo entero el estilo de la diputada: provocadora, combativa y con una desconexión alarmante respecto de las necesidades reales de quienes viven del laburo y no del lobby. Lo mismo que intenta aplicar en el fútbol: ningunear la historia, los clubes de barrio, los socios y las tribunas, para imponer desde arriba un modelo de negocios con olor a Wall Street.


Una diputada con pasado gremial, un empresario con hambre de revancha y un Gobierno que quiere hacer caja con el fútbol. Todo está sobre la mesa. Pero del otro lado hay hinchas, socios, clubes, barrios y una historia que no se deja comprar tan fácil.

Porque sí: podrán tener contactos y aval oficial.
Pero mientras haya tribunas con memoria, el fútbol no se toca.