Desde que se oficializó la intención del Ejecutivo de reformar el estatuto deportivo mediante decreto, los teléfonos en Zurich y Asunción empezaron a sonar. La FIFA y la Conmebol fueron tajantes: no puede haber injerencia estatal en las asociaciones miembro, y cualquier modificación a su estatuto debe ser decidida por la Asamblea de AFA. El respaldo fue directo y frontal: si Milei impone las SAD por decreto, la sanción podría dejar a Argentina fuera del próximo Mundial .                            En este contexto, la batalla dejó de ser jurídica para volverse política. Porque detrás del discurso de libertad de mercado, emergen actores con intereses concretos en privatizar clubes populares, transformarlos en activos financieros y reconfigurar el mapa del fútbol. En ese círculo se entrelazan figuras como Guillermo Tofoni (empresario FIFA, promotor del modelo SAD y quién sería Pareja de la diputada Juliana Santillán, según declaraciones de Ahora_Play), Foster Gillett (quien fracasó en clubes de Europa y Sudamérica), Sebastián Pareja (operador político con llegada al oficialismo) y Juan Sebastián Verón, quien ya aplicó el modelo de SAD encubierta en Estudiantes.                        Del lado gubernamental, Juliana Santillán (Diputada Nacional por La Libertad Avanza (Buenos Aires)), Daniel Vitolo (Director Nacional de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Justicia (dependiente de Cúneo Libarona)) y Mariano Cúneo Libarona (Ministro de Justicia de la Nación) y Santiago Caputo, operan la estrategia jurídica para reformar la Ley del Deporte y abrir la puerta a la privatización. Aunque la narrativa oficial es "dar libertad a los socios", los hechos sugieren un intento de forzar un nuevo paradigma sin consenso ni debate federal.. Lo contradictorio al discurso oficialista es que en un club que se transforma en Sociedad Anónima Deportiva (SAD), los socios e hinchas pierden la mayoría de los derechos tradicionales que tenían en una asociación civil sin fines de lucro. A continuación, te detallo cómo cambia su rol: 1. Pérdida del poder de decisión En una SAD: Los socios ya no eligen autoridades (presidente, comisión directiva). Las decisiones las toma el accionista mayoritario (el dueño o grupo inversor).No hay asambleas de socios con poder real, como sí ocurre en los clubes tradicionales. 2. Pasan a ser “abonados” o “clientes” Los socios muchas veces solo mantienen beneficios como descuentos en entradas o prioridad en la compra. En la práctica, se transforman en consumidores, sin participación activa en la conducción del club. 3. Se rompe el vínculo emocional e histórico En muchos casos, la identidad, los colores, el escudo o el estadio pueden cambiar por decisión del propietario. El sentido de pertenencia se debilita, porque el club ya no les pertenece ni simbólicamente. 4. No tienen herramientas legales para influir Aunque protesten o se movilicen, los socios no tienen ninguna herramienta institucional para cambiar el rumbo si el dueño toma malas decisiones. Si el club es vaciado, vendido o mudado, el socio no puede intervenir legalmente, porque no es propietario. En conclusión: En una SAD, los socios dejan de ser el corazón del club para convertirse en espectadores de las decisiones de una empresa. El modelo empresarial reemplaza la democracia interna por lógica de mercado. Por eso, muchas hinchadas del mundo se han opuesto a la implementación de las SAD.                               La figura de Toviggino, clave en la estructura de Claudio Tapia, se volvió el rostro más visible de la resistencia. Con argumentos sólidos y el respaldo legal de FIFA y Conmebol, encabeza una defensa que busca evitar que el fútbol argentino repita las tragedias institucionales que ya vivieron otros países al entregar sus clubes al capital privado. En ese contexto, Toviggino fue blanco de una denuncia penal impulsada desde sectores alineados al oficialismo, lo que fue leído como una maniobra de presión política. Sin embargo, la causa fue desestimada rápidamente por la Justicia, al no encontrarse elementos que sostuvieran la acusación, lo que fortaleció aún más su posición pública e institucional. * véase la nota “Toviggino, el escudo de la AFA: la resistencia a las SAD y la maniobra judicial que buscó correrlo del camino” Un modelo bajo amenaza El fútbol argentino es uno de los pocos grandes del mundo que aún mantiene el formato de asociaciones civiles sin fines de lucro. Eso permite que clubes como River, Boca, Racing o Rosario Central sean controlados por sus socios. La entrada de las SAD rompería con ese ADN popular. Por eso, la lucha de la AFA no es solo institucional: es cultural, económica y soberana. El fútbol, como identidad nacional, no puede transformarse en mercancía. Y la figura de Toviggino, resistida por algunos sectores, aparece hoy como el garante de esa independencia.