La alianza entre La Libertad Avanza y el PRO transita sus horas más complejas en territorio bonaerense. Con más de 1.000 cargos provinciales en juego —desde direcciones estratégicas hasta puestos de segunda y tercera línea—, la rosca política alcanzó un punto crítico. El objetivo de armar una estructura de cogobierno que sea funcional a ambos espacios empieza a diluirse entre desconfianzas, ambiciones cruzadas y viejas heridas que siguen abiertas. Los principales escollos se dan en áreas sensibles como Salud, Educación y Seguridad, donde los libertarios buscan posicionar perfiles propios —con marcada impronta ideológica—, mientras que el PRO exige sostener a funcionarios con experiencia de gestión y peso territorial. En paralelo, los intendentes amarillos ya hicieron saber que no están dispuestos a entregar espacios a "outsiders sin trayectoria ni anclaje político", como definieron en reserva a algunos de los nombres propuestos por Karina Milei. “Si no hay acuerdo pronto, esto se rompe”, reconoció un legislador del PRO en diálogo con El Pulso Político. La advertencia no es menor: muchas designaciones dependen del Senado provincial, donde ningún espacio tiene mayoría propia y todo debe negociarse voto a voto. Internas que duelen A la par de la disputa por cargos, las tensiones internas dentro de cada fuerza agravan el panorama. En LLA, sectores que responden a Ramiro Marra se sienten desplazados por el avance de figuras más cercanas a Martín Menem y a la hermana del Presidente. En el PRO, Cristian Ritondo intenta mantener el equilibrio entre los sectores que aún responden a Mauricio Macri y los intendentes que presionan por mayor autonomía. “Es imposible sentarse a negociar con cinco libertarios distintos que dicen representar lo mismo”, ironizó un operador del PRO, cansado de lo que calificó como “anarquía orgánica” dentro del partido de gobierno. Una foto que no llega Mientras el Gobierno nacional intenta proyectar una imagen de unidad, la falta de una “foto de familia” entre los líderes provinciales de LLA y del PRO es el síntoma más claro del estado de situación. Nadie quiere quedar pegado a un acuerdo que, por ahora, solo genera ruido y malestar en las bases. El tiempo corre y el calendario electoral apremia. Con las listas para las legislativas de octubre comenzando a tomar forma, la falta de consenso en el armado territorial podría tener consecuencias graves: fragmentación, fuga de aliados y una interna desordenada que complique los planes de Javier Milei para consolidarse en la provincia más populosa del país.