Mientras el Gobierno de Javier Milei insiste en mostrar una economía en vías de estabilización, un dato pasó casi inadvertido, pero pinta de cuerpo entero el modelo actual: en abril, el Banco Central utilizó todos los dólares generados por la exportación de harina de soja —la locomotora de las divisas argentinas— para intervenir en el mercado financiero y controlar el tipo de cambio. Sí, leíste bien. Según datos oficiales del INDEC y del sector agroindustrial, las exportaciones de harina de soja sumaron USD 663 millones en abril. Ese mismo mes, el Banco Central vendió en los mercados de dólar financiero casi la misma cifra para evitar una disparada de la brecha entre el oficial y los dólares libres. Es decir, todo lo que entró por el principal producto del agro… se fue para contener el dólar. Un modelo que se autofagocita Lo que genera preocupación no es solo la magnitud del número, sino el patrón que se repite. El Gobierno celebra una aparente calma cambiaria, pero lo hace sacrificando reservas estratégicas. En lugar de fortalecer al BCRA con los ingresos de la agroindustria, los dólares son usados como antídoto de corto plazo. “Es como si le inyectaras sangre a un paciente, pero se la drenás al mismo tiempo por otro lado”, graficó un reconocido economista agroexportador. El problema es que esa dinámica no es sostenible: la cosecha gruesa ya está avanzada, y no habrá una entrada similar de divisas hasta fin de año. Una economía de parches El uso de las divisas del agro para intervenir en el mercado financiero también revela la debilidad estructural del plan económico. A falta de un ancla nominal (porque no hay metas de inflación ni política monetaria clara), el Gobierno apela al tipo de cambio como única herramienta para mantener contenida la crisis. “El riesgo es que, cuando se terminen los dólares del agro, no haya más caja para sostener esta ficción de estabilidad”, advierten desde el sector financiero. Al mismo tiempo, crece la tensión con el campo, que exige un sinceramiento del tipo de cambio y una baja en las retenciones. ¿Y el futuro? En paralelo, el Gobierno intenta avanzar con el “Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones” (RIGI) para atraer dólares frescos, pero hasta ahora el agro sigue siendo el único gran generador genuino de divisas. Y está pagando los platos rotos. La gran pregunta es si el Presidente Milei y su equipo tienen un plan de fondo para salir de esta bicicleta. Porque si el dólar sigue comiéndose la soja, la Argentina corre el riesgo de quedarse sin pan y sin moneda.