Junio comenzó con una señal que el Gobierno necesitaba mostrar: el dólar bajó. Tanto en el mercado mayorista como en los contratos a futuro y los segmentos financieros como el MEP y el contado con liquidación, la divisa estadounidense mostró una tendencia a la baja. Pero la pregunta que se impone es: ¿cuánto hay de confianza y cuánto de control en esta calma cambiaria? Según datos oficiales, el dólar mayorista cerró el lunes con un leve retroceso, mientras que los contratos a futuro en Rofex para julio y agosto también mostraron bajas de hasta un 2%. En paralelo, el dólar MEP y el CCL —las dos referencias financieras clave— retrocedieron entre $10 y $15. El Gobierno libertario se apura en mostrar esto como un síntoma de que “el plan Milei funciona”, pero analistas del mercado advierten que el movimiento se explica más por factores forzados que por un sinceramiento macroeconómico: El Banco Central sigue interviniendo en los mercados financieros para contener la brecha, gastando reservas que entran por el agro. La liquidación de exportadores fue acelerada por presión informal y la necesidad de no dejar subir la brecha en plena discusión por la Ley Bases. Las tasas en pesos siguen altas, lo que incentiva el carry trade pero frena la actividad. “Baja el dólar, pero no baja la inflación ni sube el salario. Es una calma para pocos”, sintetizó un operador financiero con despacho en la city.     ¿Se sostiene esta baja? Los contratos de dólar futuro, aunque bajaron, siguen mostrando expectativas de devaluación para el segundo semestre. La incertidumbre política, las dudas sobre el acuerdo con el FMI y el riesgo de agotamiento de dólares del campo pesan más que cualquier ilusión de estabilidad. Desde el Gobierno insisten en que no habrá salto discreto del tipo de cambio y que el crawling peg del 2% mensual se mantendrá, incluso a costa de profundizar el atraso cambiario. Pero cada vez más economistas —incluso ortodoxos— alertan que el ancla cambiaria está tensionando demasiado la cuerda. ¿Alivio o espejismo? La baja del dólar puede darle un respiro político al oficialismo, especialmente mientras negocia leyes clave en el Congreso y pelea por sostener la imagen presidencial. Pero si la calma se sostiene solo por intervención y presión sobre el agro, el rebote puede ser más costoso que la suba inicial. Por ahora, en el Gobierno festejan. Pero los que conocen los mercados saben que si el dólar baja sin fundamentos sólidos… no es paz. Es la antesala de algo peor.