Macroeconomía

Inflación paralela: los bolsillos arden mientras el INDEC marca otra realidad

Mientras el Gobierno celebra una baja en la inflación oficial, el consumo popular sufre aumentos que duplican las cifras del INDEC. El desfasaje ya genera tensión social y expone los límites del plan Milei.

  • 04/06/2025 • 14:16

La devaluación de Javier Milei y Toto Caputo

El relato oficial dice una cosa, la calle otra. El Gobierno de Javier Milei insiste en que la inflación está en retroceso y muestra números del INDEC con mejoras mes a mes. Sin embargo, la llamada “inflación de bolsillo”, la que sienten los consumidores cada vez que van al supermercado, al almacén o a la carnicería, cuenta otra historia: según el relevamiento de la consultora Focus Market, los precios que más afectan al consumo masivo crecieron más del doble que la inflación oficial en los primeros cinco meses del año.

El dato es contundente: mientras el INDEC informó una inflación acumulada del 71,9% anualizada, los precios de la canasta de consumo popular –concentrados en alimentos, limpieza y bebidas– crecieron a una tasa del 166% anual. La brecha entre una medición y otra se convirtió en una bomba de tiempo en los barrios más golpeados por el ajuste.

Entre los productos más afectados están los lácteos, panificados, carnes y productos de higiene básica. Todo lo que la clase media y baja no puede dejar de comprar. Para los especialistas, esto refleja no solo un problema metodológico en las estadísticas públicas, sino también un drama político: el Gobierno no está logrando aliviar el costo de vida en los sectores más vulnerables, pese a la baja de la inflación núcleo.

“No es que la inflación haya desaparecido, es que se escondió en rubros donde el daño social es más fuerte”, explican en off desde una consultora que sigue semanalmente los precios de góndola.

En la Casa Rosada niegan manipulación, pero admiten que hay “distorsiones temporales” por el ajuste de tarifas y la política cambiaria. El problema es que mientras los números oficiales bajan, el enojo social sube. Los sindicatos ya lo usan como argumento en las paritarias y los movimientos sociales empiezan a preparar protestas con foco en el “deterioro real del ingreso”.

Imagen de salida

La diferencia entre lo que se mide y lo que se vive se volvió la nueva grieta. El riesgo para Milei no es sólo económico, sino político: si no logra que su “plan motosierra” se traduzca en una mejora real del poder adquisitivo, la calle puede volverse su mayor amenaza.