La Cámara Federal porteña ratificó este viernes que *Cristina Fernández de Kirchner* deberá seguir usando la tobillera electrónica con GPS y respetar el régimen de visitas impuesto en su prisión domiciliaria. La resolución llega tras un pedido de su defensa para que se flexibilicen las condiciones, que fue rechazado por unanimidad por el tribunal. La ex presidenta, condenada en la causa Vialidad y a la espera de que la Corte Suprema resuelva el recurso extraordinario, permanece en su domicilio con custodia permanente. Los jueces argumentaron que las condiciones impuestas por el juez de ejecución no vulneran los derechos de la imputada, sino que responden a “la gravedad institucional del caso” y al carácter firme que adquirió la condena en primera instancia, luego de que el máximo tribunal se negara a intervenir en forma suspensiva. Desde el entorno de Cristina hablaron de un fallo con intencionalidad política, en pleno clima de efervescencia social tras el acto por el 9 de Julio y la nueva ofensiva del oficialismo libertario contra el Senado. “La quieren silenciada y cercada”, dijeron cerca de la ex mandataria, quien en sus últimas apariciones públicas desde su domicilio denunció que la Justicia “es hoy la herramienta del poder económico para disciplinar a los que piensan distinto”. La decisión judicial mantiene en vilo al peronismo. Mientras avanza el armado de Fuerza Patria como nuevo frente electoral, la figura de Cristina sigue siendo eje de la narrativa opositora y factor de movilización de la militancia. La ex presidenta, que conserva un núcleo duro de apoyo, prepara una nueva carta pública para este fin de semana, en la que se espera que vuelva a cargar contra el Gobierno y la Justicia. En paralelo, sectores del oficialismo celebraron la ratificación judicial como un triunfo de la “justicia independiente”, aunque en voz baja admiten que mantener a Cristina presa pero activa mediáticamente podría fortalecer el relato de victimización que el kirchnerismo ya está instalando en campaña.           A esta altura, ya no sorprende que Javier Milei la prefiera con tobillera antes que en la calle haciendo campaña. El miedo del Presidente a Cristina Kirchner no es nuevo, pero se intensifica a medida que se consolida Fuerza Patria como fuerza opositora. Milei sabe que, aun en prisión domiciliaria, Cristina conserva una potencia electoral y simbólica que ningún otro dirigente del país puede igualar. Por eso la quiere en silencio, encerrada, aislada. Porque libre, en un escenario o en una plaza, puede hacer tambalear el relato libertario y movilizar a millones que hoy sienten que el ajuste les arrebató hasta la esperanza. La tobillera, la custodia y el régimen de visitas son ahora parte de una postal incómoda para el Gobierno: la de una líder que, incluso encerrada, *sigue siendo la principal amenaza política para Javier Milei*.     SEGUINOS EN NUESTRO CANAL DE WHATSAPP PARA ESTAR SIEMPRE ACTUALIZADO https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M