El cierre de listas en la provincia de Buenos Aires expuso una lógica brutal: el pragmatismo aplastó cualquier convicción. Distintos espacios que no se tragaban entre sí tuvieron que convivir para disputar bancas, sin importar las diferencias previas. Fue una “unidad en la ruptura” con una precisión que cala.     Los radicales, enfrentados entre sí, terminaron pactando nuevamente con el PRO. El sello Somos Buenos Aires tuvo que esperar hasta último momento para intentar cerrar filas, pero su convulsión interna con Schiaretti, Manes, y referentes no K —que terminaron apostando por Carrío y sectores de derecha— dejó al descubierto que las alianzas de último recurso son un acto de supervivencia, no de identidad.     En el bando peronista tampoco hubo armonía. Fuerza Patria nació a los empujones y extorsiones: miles de líos previos, internas sin cerrar, y hasta pedidos de prórroga para terminar de meter a todos en la bolsa. El mensaje fue claro: acordemos ahora, aunque los odios queden agazapados para después.   Y la casa libertaria no se quedó atrás: Milei aliado con Macri, Caputo antes denunciado y ahora halagado, un peronismo correoso al que primero fuiste enemigo, ahora aliado. Todo bajo el lema: si no puedes con el enémigo, intégralo… si te sirve para ganar. Y en el medio están ustedes: los votantes. Que a esta altura saben que las alianzas no reflejan proyectos, sino estructuras armadas para repartir poder. En octubre, tendrán que elegir entre frentes frágiles y vacíos retóricos. Porque un cartel de “unidad” no alcanza cuando la convicción no está.           Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P