La tensión política escala sin freno. Mientras Cristina Kirchner confirmó que el próximo miércoles se presentará ante la Justicia para cumplir con su condena, en las filas del peronismo más duro ya circulan advertencias explícitas de conflictividad social. "Nos preparamos para hacer explotar el país", habrían dicho dirigentes de la rama más combativa del PJ según fuentes consultadas por El Pulso Político, luego de una reunión de emergencia en la sede del Partido Justicialista. El mensaje es claro: si Cristina va presa, la calle se va a encender. El clima en las agrupaciones es de máxima ebullición. Las organizaciones sociales y sindicatos alineados al kirchnerismo ya activaron asambleas en distritos clave como el conurbano bonaerense, Córdoba, Santa Fe y Rosario. Los sectores de la militancia juvenil y de bases prometen piquetes y cortes de ruta en los próximos días si no se revierte la situación judicial de la ex presidenta. En el Congreso también resuena la amenaza de bloqueo parlamentario. Algunos legisladores del Frente de Todos plantean paralizar la actividad legislativa como forma de presión al oficialismo libertario, mientras los gobernadores peronistas intentan frenar la sangría de poder en sus provincias. El Gobierno de Javier Milei sigue de cerca los movimientos. En Casa Rosada temen que una movilización masiva se les vaya de control, justo en un momento de alta fragilidad económica y social. De hecho, la ministra Patricia Bullrich ordenó reforzar la seguridad en edificios públicos y accesos a la Ciudad de Buenos Aires. La CGT, en tanto, atraviesa un fuerte debate interno. Mientras Pablo Moyano pide un paro nacional para frenar lo que define como “una proscripción política”, otros gremios prefieren esperar. La unidad de la central obrera pende de un hilo. Por ahora, el peronismo juega con el límite: avisa que puede estallar, pero no define cuándo ni cómo. La mecha está encendida.