:               El nombramiento de Maximiliano Bondarenko como candidato de La Libertad Avanza en la Tercera Sección Electoral encendió todas las alarmas. No por lo que representa discursivamente —un “ex policía del conurbano que promete seguridad”— sino por todo lo que esconde: contactos con sectores oscuros de la fuerza, historial con denuncias internas y una carrera plagada de zonas grises. Lejos de ser un outsider, Bondarenko es un engranaje más del aparato represivo que Milei y Bullrich pretenden transformar en plataforma política.                               La polémica no quedó ahí. Días atrás, Axel Kicillof decidió apartar a 24 efectivos de la Policía Bonaerense por sus vínculos con este mismo Bondarenko, quien hasta hace tres meses era comisario inspector. Los informes internos señalaban relaciones indebidas, favores mutuos y compromisos políticos incompatibles con una fuerza profesional. Mientras el gobernador intenta depurar la policía, el oficialismo nacional —envalentonado por la interna libertaria— convierte a esos vínculos en trampolín electoral. Es decir: los que fueron expulsados de la fuerza por ética, ahora son promovidos como referentes políticos. (podés leer¨Kicillof limpia la Bonaerense por vínculos con ex comisario de Milei¨). Pero el cinismo va más allá. Mientras Patricia Bullrich amenaza a dirigentes como Pablo Toviggino con el "derecho de admisión" por decir lo que piensa, avala sin pudor la candidatura de un comisario que tuvo causas abiertas, fue señalado por corrupción administrativa, y que incluso en su propio distrito —Florencio Varela— fue apartado de funciones sensibles por su rol en hechos poco claros. (leé también: ¨Bullrich ataca a Kicillof: “Siempre a favor de los delincuentes”¨). La “casta” que Milei decía combatir parece ahora integrada por ex comisarios con olor a carpetazo. El partido que prometía limpieza institucional termina reciclando los viejos vicios del sistema. Y lo que es peor: criminaliza a quienes denuncian mientras premia a quienes estuvieron al borde del escándalo. La llegada de Bondarenko no solo expone el doble estándar del gobierno, también deja en claro una estrategia electoral: usar a ex policías como operadores territoriales en zonas populares, aprovechando la crisis de representación. Pero esa jugada —como el resto del experimento libertario— está llena de contradicciones. Quieren seguridad con represión, orden con pactos oscuros, política sin política. Y en esa lógica de tierra arrasada, lo que queda claro es que Milei no se deshace del peronismo: lo incorpora. Pero no al peronismo de masas o de ideas, sino al peor: al de los sótanos, los arreglos y las listas sucias.     ¡No te pierdas ningún detalle de la política argentina y mundial! Síguenos en nuestro canal de WhatsApp: Canal WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbBqLhV4tRroiQaqOB0M Y en nuestra: Red X (EX Twitter): https://x.com/El_Pulso_P